Te odio.
Visceralmente te odio. Con cada centímetro de mi cuerpo, te odio. No hay lugar
en mi mente que te piense y no te odie. Te odio, con intensidad, con angustia,
con rabia. Y el odio corre por mis venas, y se hace sangre, lágrima, congoja.
Te odio.
Me odio. Me odio
por no lograr que me quieras. Me odio por no poder llamar tu atención. Me odio,
con intensidad, con angustia, con rabia. Me odio porque necesito odiarte pero
no lo consigo. Me odio.
Nos odio. Odio lo
que somos pero más lo que no somos. Odio pensar en vos, llorar por vos. Odio
ilusionarme y desilusionarme sin previo aviso. Odio la frustración que me
provoca no tenerte. Odio esta soledad que refuerza tu ausencia. Odio mi
hermetismo, mi silencio. Odio mi pasado que nos separa. Odio tu presente que no
nos termina de unir. Odio el futuro porque odio esta incertidumbre que me
provocás. Odio que no me ames, que no te haga falta, que no me extrañes, que no
me busques, que no te encuentre. Odio alejarme y que no te acerques. Odio
acercarme y que no me veas. Odio estar pendiente de vos.
Nos odio. Me odio.
Te odio… Pero, ¿por qué si te odio tanto este dolor no se me va? ¿Por qué no te
olvido? ¿Por qué no me resigno? ¿Por qué me miento? ¿Por qué no huyo? ¿Por qué
será que cuando la ira amaina, el odio cesa y yo te vuelvo a amar? Te vuelvo a
amar con intensidad, con angustia, con rabia. Te vuelvo a amar y te odio, me
odio, nos odio por eso.
No hay odio sin amor, pero ¿habrá amor sin una pizca de odio?
ResponderBorrarquién sabe...
ResponderBorrar