viernes, 13 de marzo de 2015

Un adiós

Es un adiós. Un adiós que puedo pronunciar sin tener frío, que logro decir sin que me tiemble la voz, que consigo escuchar sin que me duelas. Es un adiós. Un adiós que grito o susurro o pinto en las paredes para que te enteres, para que me creas, para dejar de quererte. Es un adiós. Un adiós que recito de memoria porque siento haberlo repetido infinidad de veces, porque recuerdo haberlo dicho en cada penúltima despedida. Es un adiós. Un adiós que te dejo, que me alejo, que te obsequio para que lo guardes o lo tires o te olvide. Es un adiós. Un adiós acallado que hoy te escupo por primera-enésima vez para liberarnos, para irme, para que no te quedes. Es un adiós. Un adiós llorado, ultrajado de tanto desdecirme, guardado por años por temor a perderte, a sentirme sola, a seguir sin tu ausencia. Es un adiós. Un adiós maduro que nombro, que espero de vuelta para que no me retengas, para que no me ates, para que no regreses. Es un adiós. Un adiós con espinas, pero por fin el último, el necesario, el postergado, el definitivo. Es un adiós. Un adiós con todas las letras, escrito en mi mano, grabado en tu boca, desalojado de mis entrañas para despedirme, despedirte, despedirnos. Es un adiós. Un adiós sin peros, sin malos entendidos, sin entrelíneas, sin volver a saber de vos, sin extrañar lo que no fuimos. Es un adiós. Un adiós, amor, un adiós sin final feliz y sin puntos suspensivos. 

1 comentario:

  1. Un adiós maduro, excelente,
    que nos abre los candados,
    las ventanas y las puertas,
    donde llega la nueva luz.

    Decir adiós es crecer decía Cerati...

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